ARTICULO SACADO DEL DIARIO EL TIEMPO
'Le perdoné los primeros golpes y ya nunca paró': víctima de maltrato
Entrevista a una víctima de el:
Una diseñadora barranquillera habla del maltrato que sufrió durante 20 años.
En los últimos días, las redes sociales se llenaron de mensajes de aliento para la diseñadora barranquillera Jacqueline Franco Barnes, luego de que ella publicó en un blog que su exesposo, Julio César Barceló Dib, la golpeaba brutalmente. EL TIEMPO habló con ella sobre los 20 años que vivió con este pastor cristiano y sus motivos para callar.
¿Por qué decidió hablar?
Lo que me lleva a denunciar lo que viví durante casi 20 años de mi vida es que mi exesposo ya salió de mi casa. No lo hice antes porque vivía bajo el temor.
¿Intentó hacer algo antes?
Siempre era agredida, me jalaba el cabello, me pateaba... Yo denuncié en la Fiscalía los momentos más crudos y duros, pero nunca pasó nada. Cuando él se fue de la casa me sentí un poco más segura para hablar.
¿Por qué cree que sus denuncias no avanzaron en la Fiscalía?
La verdad, no sé. De hecho, la vez en que llegué con mi brazo partido en dos, no querían aceptar mi denuncia. Solo una funcionaria tuvo piedad de mí, la recibió y hasta me advirtió: "Esa persona te va a matar en cualquier momento. Trata de salir de allí".
¿Cuál era su mayor motivo para no denunciar?
Mucha gente se pregunta eso. Fue por mi hija (de 17 años). Primero, porque yo soy cristiana y eso pesaba mucho: si se sabe que la esposa de un ministro, de un pastor, vive esto, entonces ¿qué se imagina uno de los demás? Mi familia también es cristiana, pero al punto del fanatismo. Fanatismo que no es de Dios. Cuando buscaba ayuda en la casa de mis padres, él llegaba allá.
¿Estaba viviendo una mentira?
Muchas personas me decían que me veían en la prensa y en las páginas sociales de las revistas, que les encantaba mi vida y querían ser como yo. Y yo pensaba que si ellos pudieran ver mi verdadera vida, lo que esconde mi sonrisa cuando llego a la casa, sería distinto.
¿Cómo manejaba los golpes y las humillaciones?
Cuando sucedía, me decía: 'Yo soy más fuerte que eso, lo voy a superar, lo voy a soportar y voy a salir adelante. Todo se queda en casa y voy a salir y voy a reír', pero regresaba a la casa a llorar.
¿Cuándo fue la primera vez que su esposo la golpeó?
Me casé el 12 de septiembre de 1992 y para diciembre le dije que quería pasar la Navidad con mis papás. Me dijo que no. Le planteé que cada uno lo hiciera en su casa y la respuesta fueron muchos golpes. Luego él se puso a llorar, entró en un estado de depresión y me dijo que lo perdonara. Lo hice y después nunca pude decir no. Así fueron las primeras veces. Después se acostumbró y ya no pedía perdón, era normal. Dejó de ser el predicador amable y llegaron las palabras obscenas.
¿Qué pasó con el amor que usted le tenía?
Ese amor se convirtió en miedo. El día que él me pegó se acabó mi matrimonio y yo me quedé luchando sola contra el qué dirán, pensando en que tenía que ayudarlo, pero me arrastró en una mentira llena de golpes.
¿Qué le aconsejaban en la iglesia a la que iba?
Oraban e íbamos a consejería. Una vez hasta le hicieron una liberación porque, según él, alguna novia le había echado algo, y como yo estaba tan desesperada accedí. Pero después de un tiempo me volvió a maltratar.
Y en su entorno, ¿cómo se vivía?
Mi familia lo sabía, mis amigas lo sabían... Cada vez que había una reunión familiar y yo iba a contar qué me estaba pasando, para buscar ayuda, me decían: "Habla de felicidad, estamos celebrando", y yo callaba.
¿Qué fue lo más dramático de todo esto?
Un 24 de diciembre me tiró por la escalera, me sacó en pijama y me dejó en la calle. Otro día me montó en la camioneta y empezó a golpearme. Me tomó del cabello y me pegó contra la guantera, luego me bajó y me lanzó sobre unas piedras; como tengo el pelo hasta la cintura, ya era costumbre levantarme del cabello. Hubo un momento en que me abrazó la cabeza contra el pecho de él y empezó a darme con el puño, pero ahí tenía las llaves del carro... Quedé bañada en sangre...
¿Alguien la auxilió?
Un taxista me vio y llamó a la Policía, pero en vez de capturarlo, lo que hicieron fue decirme: "Esto es un problema de pareja. Aquí lo vamos a tener, para que usted huya". Y así lo hice, me fui para la casa, pero detrás llegó él.
¿Cree que sus amigos de los cocteles la van a mirar diferente después de esta publicación?
Quizás sí, porque en la Costa son así, pero ese es el precio. Estaba acostumbrada a las fotos y las entrevistas; tal vez eso ya no se verá como antes, pero mi tranquilidad no tiene precio. Lo mejor es que puedo salir sin que me digan 'quiero tener tu vida'.
Página:https://www.eltiempo.com/justicia/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-12225719.html